En Cartagena, una ciudad acostumbrada a mirar hacia el mar, también se construye desde sus raíces. Mientras las olas golpean las murallas del Centro Histórico, en barrios populares de las tres localidades, se levantan nuevas calles, andenes y accesos comunitarios que nacen del diálogo entre el Gobierno y la gente. Es el programa COMPI —Construcción de Obras Motivadoras de Participación Integral— el que está haciendo posible esta transformación.
La iniciativa, impulsada por la Gobernación de Bolívar, a través de la Dirección de Participación Ciudadana y Acción Comunal, tiene un enfoque claro: ejecutar obras pequeñas pero profundamente significativas, concebidas con las comunidades y construidas para ellas.
Hoy, seis barrios cartageneros son testigos del avance de este modelo de participación territorial. Allí, no solo se vierten toneladas de concreto: también se siembran confianza, organización y sentido de pertenencia.
Obras que hablan por la comunidad
En el barrio María Cano, localidad Industrial y de la Bahía, avanza en un 90% la pavimentación en concreto rígido de la calle 4A, con 130 metros lineales de vía y 3.5 metros de ancho. Esta intervención, que incluye andenes y bordillos, permite que vecinos y vehículos transiten sin las dificultades que por años impuso el barro y el polvo.
Más al sur, en el sector Sagrado Corazón de Jesús, en El Pozón, se construyen 154 metros de la calle 121, una vía estratégica que conecta al parque de Las Pilanderas y a una institución educativa del sector. Una obra que registra un 90% de avance, donde más allá del concreto, representa dignidad para cientos de estudiantes y familias.
En Olaya Herrera, sector 11 de Noviembre, se pavimentan las calles 32 y 33, sumando 190 metros en concreto rígido. Esta intervención que tiene un adelanto del 30%, mejora la movilidad, eleva el valor del entorno urbano y devuelve la esperanza a una comunidad históricamente olvidada.
En el barrio La María, se ejecuta al 90%, la pavimentación de la calle de la Iglesia, vía que une el templo del barrio con el escenario deportivo. Son apenas 70 metros, pero con cinco metros de ancho, andenes y bordillos, se convierte en un espacio de encuentro para la fe, el deporte y la convivencia.
En el sector Península de Villas de Aranjuez, Localidad 2, se construyen 440 metros de la carrera 121, vía que conecta directamente al CDI (Centro de Desarrollo Infantil). Allí, cada metro construido significa mejor acceso para niños, madres comunitarias y educadoras. La obra es ejecutada en un 30%.
Por último, en el sector Omaira Sánchez del barrio La Candelaria, arrancó esta semana la construcción de 200 metros de pavimento distribuidos en una calle principal y dos peatonales. Aunque apenas alcanza un 5% de avance, la obra ya genera expectativa en la comunidad de la Virgen y Turística, que espera con esperanza ver cómo su entorno mejora.
Participar también es construir
Estas obras son posibles gracias a un modelo que rompe con la lógica de imposición estatal. Bajo el esquema Gobierno – Comunidad, las Juntas de Acción Comunal no son espectadoras, sino protagonistas. Participan en la planificación, priorización, socialización y hasta en la veeduría de los proyectos. Son ellas quienes conocen las calles por donde caminan los niños y donde se estanca el agua; las que saben dónde falta una placa, un bordillo o un andén.
“Estas obras no son solo cemento y concreto; son espacios que unen, sueños que se hacen realidad y territorios que avanzan. Con COMPI, dignificamos la vida de nuestra gente. No hay mejor inversión que la que se construye con la gente y para la gente”, expresó el gobernador Yamil Arana Padauí, al visitar uno de los frentes de obra.
Barrios que se conectan, Bolívar que florece
El avance del programa COMPI en Cartagena demuestra que la transformación no siempre viene de arriba ni en grande. A veces empieza en una calle que se pavimenta con vecinos mirando, niños jugando a un lado, obreros saludando a las señoras del barrio.
Con más de mil metros intervenidos en solo seis barrios, el modelo COMPI no solo mejora la infraestructura local: revitaliza el liderazgo social, estimula el sentido de pertenencia y crea ciudadanía activa. Cada obra es una prueba de que cuando el gobierno escucha y construye con la comunidad, el cambio es real, visible y duradero.